¿Cómo perciben los españoles la situación del país… y la suya propia? Descúbrelo con nuestro TTIS de junio

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Tandem Thinking

¿Cómo perciben los españoles la situación del país… y la suya propia? Descúbrelo con nuestro TTIS de junio

Analizar cómo evoluciona el clima social es una tarea clave para comprender no solo lo que pasa, sino cómo se vive. ¿Qué percepción tienen los ciudadanos sobre la economía?, ¿cuáles son sus principales preocupaciones?, ¿cómo se combinan el malestar individual y la crítica colectiva? Cada mes, el barómetro del CIS nos ofrece un mapa valioso —y a menudo contradictorio— de esas tensiones. En esta nueva entrega del TTIS (Tandem Thinking Investigaciones Sociológicas), ponemos el foco en las grandes claves del último estudio del CIS, correspondiente a junio de 2025.

Tres ejes guían nuestro análisis: la percepción de la situación económica, la diferencia entre los problemas sociales y personales, y las tendencias que podrían marcar el futuro inmediato. Estas son las conclusiones más relevantes.

1. Optimistas en casa, pesimistas con el país: el eterno sesgo de la economía

Los datos del último barómetro del CIS revelan una paradoja ya clásica en la sociedad española: mientras que un 65,5% de la población considera que su situación económica personal es buena o muy buena, solo un 38,1% opina lo mismo sobre la situación económica del país. El vuelco es significativo: cuando se habla del entorno nacional, el pesimismo crece hasta el 61,9%, frente al 34,5% que ve su propia economía en términos negativos.

Esta brecha entre lo individual y lo colectivo no es nueva. En realidad, forma parte de una tendencia estructural en España: tendemos a ver nuestro entorno inmediato con mayor optimismo que el contexto general. Una lectura posible es que la experiencia directa —ingresos estables, empleo, capacidad de consumo— amortigua la percepción de crisis, mientras que los discursos mediáticos y políticos amplifican la sensación de inestabilidad a nivel país.

Desde la perspectiva del consumo y la planificación financiera, esta desconexión tiene consecuencias muy concretas. Aunque la mayoría declara sentirse bien en lo personal, el clima general de incertidumbre frena decisiones como invertir, asumir riesgos o consumir a largo plazo. La confianza personal no basta si el relato colectivo es de desgaste. Esto nos vuelve más conservadores, más propensos al ahorro preventivo y a priorizar certezas frente a oportunidades.

2. Lo que nos preocupa como sociedad no siempre es lo que nos afecta como personas

Los datos del CIS de junio confirman una brecha persistente entre los problemas que identificamos como sociedad y aquellos que sentimos como propios. Aunque algunas categorías coinciden, el orden de prioridades cambia notablemente cuando se pasa del análisis colectivo a la experiencia individual.

A nivel social, la desafección política se consolida como el principal problema, con un 40,8% de menciones. Para construir esta categoría, hemos agregado las respuestas a “los problemas políticos en general” (18,4%), “el mal comportamiento de los/as políticos” (15,4%) y “lo que hacen los partidos políticos” (7%), al considerar que todas ellas apuntan a una misma desconfianza estructural hacia el sistema político.

Le sigue un fuerte crecimiento de la preocupación por la vivienda, que sube del 25,5% en mayo al 32,4% en junio, probablemente empujada por el alza de precios del alquiler y el acceso cada vez más complicado a la compra. Otros problemas como el paro (15,2%) o la crisis económica (17,9%) caen ligeramente, aunque siguen siendo relevantes. Por otro lado, la inmigración (18,5%) y la corrupción y el fraude (11,7%) repuntan, esta última con una subida especialmente llamativa frente al 7,1% de mayo.

Sin embargo, al mirar los problemas personales, el panorama cambia. La crisis económica (25,9%) y la sanidad (24,3%) se sitúan como las principales preocupaciones individuales. En el caso de la sanidad, al igual que con la desafección política, hemos agrupado las menciones a “la sanidad” (19,3%) y a “la salud propia o de allegados” (5%) para reflejar mejor el peso real de este ámbito en la vida cotidiana.

La vivienda, que aparece como uno de los grandes desafíos estructurales del país, también es vivida como problema personal por un 20,3%. Una cifra nada menor que refleja el creciente impacto que tiene esta cuestión sobre las trayectorias vitales, sobre todo entre los más jóvenes. Lejos de ser una preocupación exclusivamente macro, la dificultad de acceso a la vivienda ya irrumpe con fuerza en la intimidad del día a día.

En esta tensión entre lo colectivo y lo individual, cabe plantear una hipótesis: quizás muchos ciudadanos interpreten que los problemas que enfrentan en su vida diaria —desde la vivienda hasta la calidad del empleo o la sanidad— son, en última instancia, consecuencia de una mala gestión política general. Aunque esto requeriría una investigación más cualitativa para confirmarlo, podría explicar por qué la política aparece como la gran causa sistémica en el diagnóstico social, mientras que sus efectos se reparten en la experiencia más cercana.

Así, esta brecha no es solo una cuestión de percepción, sino un síntoma de cómo la ciudadanía traduce sus frustraciones personales en un relato político sobre el mal funcionamiento institucional.

3. Una mirada al horizonte: lo que se perfila como tendencia

Más allá de las cifras concretas, los datos del barómetro de junio permiten trazar algunas líneas de evolución que, salvo giro inesperado, podrían consolidarse en los próximos meses.

La vivienda se perfila como uno de los grandes ejes de malestar tanto en el plano social como personal. Su crecimiento sostenido en las encuestas apunta a que ya no es solo una preocupación juvenil o urbana, sino un problema transversal que afecta a la estabilidad de las trayectorias vitales. El bloqueo político en torno a posibles soluciones —ya sean más reguladoras u orientadas al libre mercado— contribuye a un clima de frustración creciente, con escasa esperanza de mejora a corto o medio plazo.

En paralelo, la corrupción y el fraude podrían ganar aún más protagonismo como problema social. El barómetro de junio ya mostraba un aumento considerable de esta preocupación (del 7,1% al 11,7%) antes de que estallaran nuevos escándalos relacionados con la adjudicación de contratos públicos. Todo indica que la percepción de impunidad y la acumulación de casos seguirán alimentando esta desconfianza.

Finalmente, la desafección política podría alcanzar nuevas cotas. Si hasta ahora la crítica parecía venir de sectores históricamente escépticos, la desilusión comienza a extenderse incluso entre quienes confiaban en la gestión del Gobierno o el sistema institucional. De consolidarse esta tendencia, podríamos ver una caída aún más acusada en los niveles de participación política, de confianza en las instituciones y de compromiso cívico, con efectos profundos en la salud democrática.

En conjunto, los datos no reflejan solo un momento puntual, sino una atmósfera de fatiga ciudadana, marcada por el desencanto, la precariedad estructural y la sensación de que los grandes problemas del país siguen sin respuesta. Si no se activan mecanismos efectivos de escucha y acción política, la distancia entre lo que preocupa y lo que se resuelve podría seguir ensanchándose.

Hasta aquí las principales claves de nuestro TTIS de junio. Podéis acceder al informe completo solicitándolo en: ismael.garcia@tandemthinking.es

¡Estaremos encantados de saber qué os parece y discutirlo con vosotros!

Isma

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